PARÍS DE LUTO
- Pedro Nel Urrea Martínez
- 29 ene 2015
- 4 Min. de lectura

El día 07 del mes de Enero de 2015, pasará a la historia con el recuerdo de una sombra negra que cubrió la ciudad luz, cuando unos terroristas islámicos, asesinaron a diez periodistas del semanario satírico Charlie Hebdo y a dos policías que montaban guardia en el lugar.
Entre los muertos estaba el director del medio de comunicación y tres caricaturistas.
La cultura occidental está amenazada por militantes fundamentalistas musulmanes, que habitan en cualquier parte del mundo, asechando para cometer crímenes atroces como el que nos ocupa en estas líneas, atentando contra la libertad de expresión, como a personas e instituciones que no comparten las creencias del mahometismo.
Estos bárbaros son los mismos que asesinaron a ciento cuarenta niños en Nigeria.
La vocación sanguinaria es inspirada en la proclamación de la denominada “Guerra Santa,” que ordena atacar al enemigo, considerando como tales a las comunidades y personas que no comulguen con sus ideas religiosas.
El semanario Charlie Hebdo publicó algunas caricaturas sobre Mahoma, que fueron consideradas por estos grupos terroristas como un desacato al llamado Profeta Mahoma.
La venganza fue por tiempos, ya que el año 2001 la sede periodística fue incendiada y su personal de periodistas amenazado de muerte.
En reciente visita que el Papa Francisco realizó a Turquía en asocio con dirigentes musulmanes, proclamó que el Islam es una religión que propende por la paz.
La ciudad luz es esta fecha se oscureció con el torrente de lágrimas que sus habitantes derramaron en ese instante de tragedia, mientras el órgano de la catedral de Notre Dame, extendía por todos los ámbitos, las notas de dolor, manifestación de condolencia de su fe cristiana.
Este funesto episodio ha sido rechazado por la comunidad de todos los países con un lema: “Je suis Charlie.” De donde llegan mensajes de solidaridad con el pueblo parisino adolorido.
En el mismo mundo musulmán afiliado a la liga árabe ha condenado este vil acto terrorista.
En los albores del siglo VII, un joven árabe inspirado como profeta fundó una nueva religión.
Este hombre llamado Mahoma echó los cimientos para lograr que sea una de las tres religiones que cuentan con más adeptos en el mundo actual, monoteístas.
Según la leyenda algunos milagros acompañaron su nacimiento en la Meca y Arabia.
En su juventud trabajó en caravanas de camellos de propiedad de una viuda rica llamada Kadiga con quien se casó.
Entabló relaciones con hombres sabios, cristianos y judíos con quienes adquirió conocimientos sobre Dios y sus religiones, proclamando que este ser supremo era el verdadero y se ubicó el mismo como uno de los grandes profetas como Abraham, Moisés y Jesús.
Muchos árabes y judíos abrazaron su religión, mientras que otros la rechazaron por lo que les declaró la guerra, en la cual obtuvo muchos éxitos.
Los pueblos vencidos tuvieron que abrazar su religión siendo sometidos.
En medio de diez mil seguidores triunfantes regresó a la Meca, en donde destrozó los ídolos del templo dedicados al culto de las estrellas.
Mahoma ya había alcanzado la cumbre de su poderío, se casó con varias mujeres con las cuales tuvo muchos hijos.
Mahoma murió en el año 682 y fue llorado por un millón de seguidores.
Fue enterrado en la mezquita de Medina, llamada hoy la tumba del profeta.
Los mahometanos consideran como ciudades sagradas a la Meca, Medina y Jerusalén.
Este profeta llamó a su religión Islam, que quiere decir “sumisión a la divina voluntad.”
Para Mahoma Dios confió su ley por medio de los profetas a Moisés, el evangelio a Jesús y a Mahoma el Corán.
La filosofía del credo musulmán es: “no hay más dios que Alá y Mahoma su profeta.”
Creen en un trono de Alá en lo más alto de los siete cielos y a su alrededor están los ángeles, espíritus puros, radiantes y dotados de perenne juventud.
Creen además en la supervivencia del alma y en el juicio final.
El paraíso para ellos es un sitio de frescos jardines, lleno de arroyos; rincones de encanto y árboles con deliciosos frutos, bellas jóvenes sirven exquisitas golosinas.
Para los culpables y no creyentes, un vértigo del abismo los precipitará por un puente a un lugar de tormentos.
Los mahometanos están obligados a cinco prácticas religiosas al día, debiendo hacerlas con cara hacia la Meca, su ciudad santa.
Están obligados al menos una vez en la vida a acudir en peregrinación a la Meca, en donde el viajero debe dar siete vueltas alrededor de una piedra negra y besarla por haber venido del paraíso.
Mahoma persuadió a sus seguidores de que no hay mayor gloria, que morir en el campo de batalla en una guerra santa contra los infieles.
Quienes mueren peleando irán a la felicidad eterna.
Con base en estas creencias sus seguidores aumentaron y se lanzaron a la conquista del mundo; invadieron Europa, provocando que el Papa desde Roma invitara a los reinos cristianos a defender su fe; llamadas Las Cruzadas en las que se peleaba por defender además los lugares santos en lo que llamamos “Tierra Santa,” los seguidores de Cristo.
Los brotes de barbarie que la humanidad está presenciando actualmente en los países árabes y en el resto del mundo, como sucedió en París, son el fruto de algunos fanáticos, creyentes de la “Guerra Santa.”
Porque en el fondo esta religión al ser copiada del judaísmo y cristianismo, debe tener como base el amor a los semejantes.
Las iglesias cristianas en el mundo, contando en millones, se estiman en dos puntos:
La católica, llamada por ser universal, está presente en el 95% de los pueblos de mundo, en donde el Vaticano, tiene representación en los países por ser un estado:

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